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jueves, 1 de abril de 2010

EL RESUCITADO

La cristiandad exhibe estos días sus símbolos más preciados proclamando con ello no sólo su fe, sino también su asignatura pendiente. Ciudades y pueblos de cualquier lugar de la Tierra transforman sus calles en escenario, movilizan a sus santos guardados hasta ahora en los templos, y convocan a los fieles a la nueva y repetida representación del drama de la muerte y la resurrección de Jesús que quizá supere el éxito alcanzado en las anteriores celebraciones, sin reparar en que con ello apenas mantenemos vivo el símbolo que él representa, mientras postergamos su asimilación.

Hemos hecho de la Semana Santa una necesidad religiosa en sustitución de la experiencia personal. Hemos sustituido nuestra necesaria desidentificación respecto del ego -que es una “muerte en vida”, o la metanoia, que nos convierte en el “nacido de nuevo” ante quien se abren las puertas del Cielo- por la muerte reiterada de Jesús; y la anunciada resurrección de los muertos, por su resurrección, ignorando que los muertos llamados a la Vida somos nosotros, los que vivimos ajenos a nuestra divinidad creyéndonos separados de Dios, desorientados, perdidos, indignos y culpables. Y que por ser los muertos estamos llamados a resucitar, recuperando la conciencia de lo que somos y nunca hemos dejado de ser.

Los símbolos son eternos. Lo se. Pero su eternidad, manifestada en su permanente influencia sobre el colectivo, también contiene un final: el determinado por cada ser humano que despierta y da vida al símbolo, encarnándolo. Como hizo Jesús. El resto de la humanidad, aún sin saberlo, seguirá alimentándolo con sus ritos, manteniendo vigente la oportunidad a los nuevos llamados a despertar. Así ha sido siempre. Y quizá en cada uno que despierta o resucita exista una pequeña parte de los que siguen aquí, buscando, los cuales se sentirán menos muertos gracias a él.

Sí, hemos hecho de estos días señalados una necesidad religiosa que oculta a una tarea personal pendiente, aunque no del todo. Porque tal vez este año uno de los nuestros haya resucitado al fin. Y seas tú.

11 comentarios:

  1. He sido de las que he vivido la Semana Santa desde el dolor, del Cristo clavado en la cruz hasta la eternidad, como tu nos dices Félix, una muerte en vida.
    Pero tambien apuesto por ser uno de los resucitados.
    ina

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  2. En el blog anterior sobre el Valle Encantado, ya nos anticipabas el sentido que debería tener para nosotros esta Semana Santa al contarnos la experiencia a orillas del rio Manzano.
    Es mi propósito en esta Semana y por siempre, no rememorar más y liberar a Jesus, es decir, liberarme en este nivel y en el nivel superior de la existencia donde también soy Jesus, de esa proyección que reafirma inconscientemente la separación con El Maestro. Y es mi propósito también como vosotros entonces; Acercarme a la cruz y descender Su Cuerpo. Limpiar sus heridas y abrazarlo. Quitarle la corona de espinas y lavar su rostro. Agradecerle la comprensión obtenida gracias a El y meterlo por siempre en mi corazón haciéndome uno con El.
    Infinitos agradecimientos Felix por recordarnos quienes somos.
    Paco.

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  4. Gracias Felix,he entrado en el blog esperando encontrar algo relacionado con lo que se celebra estos días.me llega tu mensaje y estoy en la tarea personal,alerta alo que siento en cada situación que vivo cada día,experimentando pequeñas muertes y pequeñas resurrecciones,conectada a este camino que muchos han transitado,facilitandonoslo a los que estamos en ello.Un beso. Maricarmen Mena

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  5. Gracias Felix,esperaba que comunicaras algo sobre lo que se celebra estos días.Tu mensaje me ha "llegado"Formo parte de este colectivo humano que lleva siglos siguiendo a Jesús viviendo la pasión,pero ya por fin empiezo a despertar y estoy en la tarea personal liberando a Jesús liberándome yo.Vivo ahora lo que siento en las situaciones que se me presentan cada día,experimentando pequeñas muertes y pequeñas resurrecciones,transitando un camino que otros han hecho antes facilitandonoslo a los que estamos en estos momentos en ello.Un beso. Maricarmen Mena

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  7. ESTE ESCRITO SUSTITUYE AL ENVIADO ANTERIORMENTE
    Esta Semana Santa, concretamente el 1 de abril, mi Ser me ha permitido vivir una experiencia muy clarificadora y que da respuesta a mis preguntas valiéndose de mi bicicleta. El día citado quise actualizar a la hora de verano el pequeño ordenador que montado en la bici indica la velocidad, los kilómetros recorridos, el plato donde está situada la cadena y donde se transmite la energía de los pedales, … etc.
    Al inicializar el proceso, empezaron a aparecer otros datos y luego una señal de error impidiéndome realizar la operación, fácil y sencilla otras veces. Después de varios intentos fallidos, finalmente la hora correcta quedó fijada pero un sentimiento interior me decía que algo estaba distorsionado. Monte el pequeño ordenador en la bici y me dispuse a comprobar que todos los parámetros estaban acoplados. Pronto ví que la cadena estaba situada en el plato de 39 dientes y que el ordenador estaba marcando la conexión con el plato de 26 dientes. ¡Hay un error!, y pensé que estaba en el ordenador.
    Desmonte el pequeño equipo, procedí a borrar la información y a programarlo todo nuevamente. Ahora dije: ¡ya no hay error! Nuevamente lo monté en la bici, y pronto ví que la situación seguía igual. Exclame, ¡el error no puede estar en el ordenador! Sentí que el ordenador estaba representando simbólicamente al (Niño-Dios resucitado).
    Pero, ¿dónde está el error? Desde el mando situado en el manillar de la bici intente sincronizar el plato (plano) de 39 dientes y la cadena (yo) con el ordenador (Niño-Dios). Imposible, no podía hacerlo yo solo. Entonces comprendí que (el otro) es necesario para que el Niño-Dios (el ordenador) esté sincronizado con la persona (cadena). Acto seguido llamé a Carmen a efectos de que yo con una mano pudiera levantar la bici y con la otra actuar sobre el mando del manillar mientras ella daba vueltas a los pedales.
    Con un solo clic, el ordenador (Niño-Dios) pasó a mostrar la conexión con el plato (plano) de 39 dientes. La cadena (yo) seguía estando en el mismo sitio que al principio pero ahora la conexión con el ordenador (Niño-Dios) se podía apreciar.
    Sentí mucha gratitud hacia Carmen (el otro), que propició la experiencia y creo que además es imprescindible para hacer real la resurrección del Niño-Dios.

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  8. MATIZ IMPORTANTE AL MENSAJE DE LA BICICLETA
    Quiero matizar algo que considero importante y no dije en el escrito anterior.

    Después de proceder al borrado y programar los datos de la bici nuevamente, observé que tan solo «la distancia recorrida desde el inicio de la temporada ciclista, enero del 2010, unos 500 kilómetros aproximadamente, no se borró de la memoria».

    ¿Será esto el símbolo de que no es posible borrar las experiencias vividas?

    Por otro lado, ¡¡la simbología deja muy claro que la CONEXIÓN entre las PERSONAS y el NIÑO-DIOS se hace real con tan solo un clic si contamos con la ayuda del otro!!

    Gracias Félix, pues tus enseñanzas han permitido que el pasado día 1 yo estuviera abierto para recibir este profundo mensaje.

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  9. Me gustaría Felix, que nos hablaras cómo explicar el acontecimiento de la corona de espinas, estamos hablando de milagro, sincronía? soy una buscadora que te seguí en tu primera etapa, luego desde hace unos años me centré mucho en la ciencia, buscando respuestas, buscando conocerme mejor a mí y a los demás, y cuando llegas al tema de Dios lo más que he aprendido es a partir de la física cuántica, nuestra naturaleza perenne y global; saber que somos un todo, que todo queda impreso en algún lado, que somos una energía que lo abarca todo; pero se me escapa la historia de Jesús, con tanta manipulación de todo lo escrito en la historia, ¿cómo saber qué es verdad y que´ha sido falseado? la historia de Jesús, la historia de la Virgen, la verdad de la Biblia, la verdad de todo esto ¿dónde empieza y dónde acaba?
    sigo buscando, no sé el qué, pero es una inquietud que llevo conmigo, encuentro tu blog después de algunos años y leo esto de "desclavar a Jesús" y me impacta profundamente. podrías ampliar el tema Felix? una buscadora.gracias. sonia

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  10. Me siento feliz, me siento viva al sentirme resucitada y alegre por haber abrazado a Jesús mirar sus ojos, limpiar su rostro, sentir su latido y saber que soy una en su corazón y llevo su semilla dentro de mi.

    Con todo Amor y gratitud

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