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martes, 20 de abril de 2010

UNA MIRADA AL MUNDO

El Worldwatch Institute of Washington es una prestigiosa institución con casi cuatro décadas de historia a sus espaldas que funciona como observatorio mundial. Cada año hace público el resultado de sus analíticas observaciones a modo de diagnóstico de la situación mundial, pronostica el futuro probable de acuerdo con las tendencias observadas y aconseja la adopción de medidas orientadas a hacer de éste un mundo habitable, humanizado y sano.

El informe de este año, elaborado por un colectivo de más de sesenta científicos y expertos incide en un diagnóstico de gravedad frecuentemente denunciado por éste y otros observatorios, cuya tendencia habría superado ya el punto de no retorno tras el cual sólo cabría esperar su inevitable desenlace.

Lo ya sabido e insistentemente denunciado desde diferentes foros alude al modelo que, en rigor, deberíamos llamar de “civilización”, y no sólo “modelo económico”, puesto que involucra a otros factores esenciales de la vida, como la cultura, el desarrollo personal, la salud, las relaciones, la convivencia, el bienestar, la realización como individuo..., la religión. Modelo que, tácita y explícitamente, orienta nuestras vidas y al que seguimos y obedecemos desde la presunción de que así progresamos hacia la felicidad, ignorando o no queriendo reconocer que se asienta sobre una premisa irrealizable y por tanto falsa.

El aludido modelo, ignorando la naturaleza del alma y en descuido de los valores esenciales del ser humano, viene a decir que a mayor consumo mayor bienestar. No lo afirma de manera explícita, pero así lo cree y transmite desde el momento que utiliza como indicador del progreso el denominado PIB (Producto Interior Bruto), que refleja la suma de bienes producidos y consumidos por la sociedad; es decir, la actividad a secas, sin tomar en consideración el grado de bienestar de las personas. El mensaje tácito así lanzado relaciona el consumo con la calidad de vida y convierte el “consumismo” que suscita en la ética del progreso y del bienestar. Desde el punto de vista de un modelo así, basado en el continuo consumo de recursos como garantía de progreso, el objetivo lógico del mismo consistirá en mantener el PIB en crecimiento constante, lo cual resulta inviable en un contexto que es limitado (el planeta) y, por tanto, imposible de mantener en el tiempo.

Esta es la denuncia que se viene repitiendo desde el año 1972, fecha en la que fue publicado el informe del Club de Roma titulado Los límites del crecimiento, puesta una vez más en el punto de mira por el Worldwatch Institute, que insiste en la necesidad de abrir los ojos a la realidad de que no es posible el crecimiento ilimitado en la Tierra, y en la igualmente necesidad de llevar a cabo un cambio de paradigma que reconociendo las negativas repercusiones del actual (lo que algunos llaman enfermedad del consumismo) tanto sobre el propio planeta (ecológicas) como sobre el bienestar de las personas (sociales), valore la calidad de vida y la sostenibilidad por encima del consumo.

La alternativa propuesta por el Worldwatch Institute me hace recordar mi época de estudiante de economía, tiempo en el que descubrí el término económico llamado decrecimiento, inspirado en la rompedora teoría de N. Georgescu-Roegen, que a su vez está basada en el segundo principio de la Termodinámica y la influencia de la entropía en los procesos económicos. El decrecimiento viene a ser la otra cara de la moneda del modelo basado en la producción y el consumo como indicadores del crecimiento y en el PIB, que es su instrumento de medida. Y propone, en cambio, una nueva actitud basada en consumir menos, pero mejor; en dedicar menos tiempo al trabajo y más tiempo a vivir.

Hoy creo que detrás del decrecimiento se oculta un sentimiento profundamente humano a favor de la vida sencilla, donde no gobiernen los deseos que desencadenan la ambición, y sí en cambio la moderación que nos hace solidarios con la necesidad del otro.

Dice el mencionado informe del Worldwatch Institute que hemos superado el punto de no retorno. Pero yo sigo creyendo que la vida es el eterno instante que marca lo que aún es posible. Empecemos hoy.

8 comentarios:

  1. "Vosotros sois la luz del mundo...Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"
    Quizá nunca como hoy, el trabajo es mucho y los obreros pocos... Un mundo nuevo se deja entrever nacido de las cenizas de éste... Empecemos hoy.
    Un beso Félix.

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  2. Gracias Félix por dejar siempre abierta esa puerta.

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  3. Empezemos hoy, aportemos cada uno nuestro grano de arena...

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  4. Empecemos hoy, aportemos nuestro grano de arena...

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  5. Cuanto más "COSAS" , tenemos más nos pesan.
    Un abrazo maestro.

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  6. Estoy de acuerdo. Básicamente me parece un problema de inseguridad y ambición.
    ¡Qué bueno sería lograr liberar la natural o espontánea creatividad de la vida en el ser humano!
    Y sin embargo el hombre tiende a permanecer indolentemente enajenado de su más genuino impulso vital, atrapado en la rutina o el mimético automatísmo. Y pienso que es por eso que necesita compensar su vacío existencial mediante el consumo compulsivo de bienes, evasiones o entretenimientos. Y tristemente así permanece, apresado, postergando... Pero esta situación no puede durar ¡debe aparecer un nuevo mundo!

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  7. Querido Felix me uno a tu pensamiento, sentimiento que la vida es el eterno instante que marca la posibilidad de cambio. El Nuevo Mundo es posible, la nueva Tierra ya está en el corazón de cada uno sólo hay que dejarse llevar.

    Gracias un abrazo desde el corazón Uno

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