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martes, 27 de abril de 2010

A VUELTAS CON EL SILENCIO

Poco después de escribir mi comentario titulado La Tebaida Berciana escuché decir a un amigo que “si te molesta el ladrido de los perros allí donde vayas hallarás perros que ladran”. Y recordé a Genadio, aquel anacoreta berciano que ordenó callar a las aguas del arroyo porque su murmullo perturbaba su santa meditación, imponiendo el silencio en el valle; y también a aquel otro monje que, encontrándose en una situación similar a la de Genadio no podía concentrarse en la oración porque el croar de unas ranas procedente de un cercano estanque lo distraía.
Harto ya del insistente croar se asomó a la ventana de su celda y ordenó a las ranas: “¡Callad!”. Y como era un santo, las ranas obedecieron al instante. Satisfecho, el monje decidió seguir con sus oraciones, pero apenas transcurrieron unos segundos, oyó una voz dentro de sí que le decía: “Monje ignorante, ¿qué te hace suponer que a Dios no le complace tanto el croar de las ranas como tus oraciones?”. El monje quedó sorprendido, luego, se alzó, corrió hacia la ventana y, asomándose al estanque donde vivían las ranas grito: “¡Cantad!”. Y todas las ranas comenzaron a croar invadiendo el monasterio con su canto. Dice la leyenda que a partir de ese día el croar de las ranas acompañó al monje en sus oraciones. Y que éstas fueron las más elevadas. Creemos que la perturbación viene de afuera y que el silencio es la ausencia de sonidos, pero no es verdad. El silencio es un estado del alma ausente de perturbaciones. Lo demás, los perros que ladran, el murmullo de las aguas o las ranas que croan perturbándonos, tan sólo son señales en el camino que denuncian nuestra propia perturbación. Nos tropezamos con ella, no porque estuviera allí, sino porque ha llegado con nosotros. Podremos hacer callar a todos los elementos, o nos mudaremos de sitio alejándonos del molesto lugar. Pero allí donde vayamos nos estará esperando “algo” que no puede ser rechazado ni eludido. Todos somos portadores de un “algo” que demanda ser atendido, reconocido, aceptado, amado... Puede ser otra persona, una circunstancia.., O uno mismo.
Ladra el perro del vecino...!

7 comentarios:

  1. ¡Qué verdadero es esto que nos dices Félix! Ayer mismo me pasó un episodio relacionado con esto que cuentas.Tengo dos compañeras de trabajo, del mismo departamento, que me perturban a menudo con sus comentarios y salidas de tonos y yo soy consciente de que ellas me traen la oportunidad. Ayer, como digo,tuvimos la típica reunión semanal y, ante una propuesta de dirección, se pusieron muy alteradas porque no les parecía una buena propuesta y me dieron "caña". Salí de la reunión con un cuerpo "saleroso" como ya os podéis hacer una idea, y es que esas cosas todavía me duelen.Y,aunque sé que no lo voy a hacer, incluso llegué a pensar en la posibilidad de cambiar el año que viene de instituto; sabiendo, como tú dices bien, que conmigo se vendría la "perturbación". Yo comprendo y sé cual es la función de ellas y sé que están para que yo mejore y para que arregle mi "perturbación" interna, pero...
    Bueno, también tengo que deciros que después de la reunión, una de ellas vino a pedirme perdón, reconociendo que se había pasado ¡Menuda sorpresa y menudo detalle!
    Sólamente con estas dos profesoras me cuesta "conectar" y, sobre todo, con ésta que vino a disculparse. También reconocimos ambos que hay una "distancia" existente entre nosotros y quedamos en que vamos a contribuir a que haya menos lejanía y más armonia entre los dos.
    Al final fue una bonita experiencia y me despedí de ella con un beso.
    Ellas supongo que seguirán siendo las mismas o, si acaso, cambiarán si cambio yo¿No?

    Un abrazo

    PD: ¡Ah! no me olvido del perro. PRECIOSO.

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  2. ¡Cáspita, si el perrito nos lo explica con esa cara no hay duda que valga!
    Comparto totalmente la idea...aunque supongo que me falta integrarlo de verdad (es decir, no sólo como idea) ¡Glups!
    Para mí esto del ruido es la señal más clara de que mi conciencia se ha caído por el tobogán. He mejorado y ya me doy cuenta (mientras me estampo contra el suelo, claro). Saber que la tensión y el ruido bullen en mí y sólo los veo reflejados en el exterior es clave. También me ayuda "redefinir" los sonidos (véase, imaginar que las carreras de los vecinos de arriba a las 12 de la noche son gacelas asustadizas, jejeje ¡y quién se va a enfadar con unas gacelas!).
    Pero en el fondo... en el fondo sé que debo tener más compasión conmigo, con esa desarmonía interior, para poder abrazarla (a la desarmonía) y mirarla con la ternura con que nos mira ese perrito... Gracias Félix

    marta

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  3. Vivo al lado de un pub y he tenido muchos problemas de ruidos,tanto de la calle como del local, enfrentamientos con ellos y alguna que otra noche sin dormir mucho por estos "ruidos". A veces me he preguntado que porque me tenía que tocar a mí, con tanto localito que hay.
    El artículo me ha hecho reflexionar un poco sobre mis ruidos internos y como, seguramente, ese ruido externo dice algo sobre mí
    Abrazotes.

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  4. Ponerse a bien con los demás y luego presentar la ofrenda en al altar...
    Gracias Félix, como siempre...

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  5. Alguien una vez se quejaba de que al meditar los pájaros le molestaban e interrumpian su meditación. Un gran Ser le hizo este comentario
    "Pidele a los pájaros que te acompañen en tu meditación verás así que meditarán contigo"

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  6. Apreciado Felix:

    Retirado uno en soledad, "la presencia de uno mismo", hacía tiempo que no sabía de ti, celebro que estés tan vital como en décadas anteriores.

    Es una certeza que el ladrido del perro reside en la historia personal ,también hay un ladrido en la historia social, que enmascara la verdad ante una realidad conceptual, encadenadora de los sentires del "Alma".

    Demasiados temores, (amenazas, desamparo, incertidumbres) en una sociedad del siglo XXI, que debería ser un regugio seguro para la búsqueda de lo humano en la identidad personal.

    Un fuerte abrazo Felix, ha sido una celebración personal saber de ti, salud y prosperidad.

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  7. Un saludo, Felix. Reencuentro tu sabiduría y tu gracia, esta vez en el espacio virtual, que en tu caso es virtuoso también. Hace tiempo que me hiciste mucho bien con tus "Herederos de la Tierra" y otros libros que tuve oportunidad de leer, con algunos artículos que recuerdo de "Más allá" y esta mañana mismo escuchando en diferido tu intervención el el programa de RNE3 "Espacio en Blamco" sobre el sentido de la Navidad... ¡Brillante... Refulgente... Elevado como siempre!

    A raiz de escuchar el programa descubro tu página y tu blog. Te felicito y me felicito, porque algo tuyo late en lo que yo escribo. Mi primer poemario, tardío pero cierto, se llama "La Esencia Prometida", para mí la esencia es el corazón, tú ya lo has dicho de muchas formas. El libro tiene seis meses y yace olvidado en unas cuantas librerías de Córdoba. La poesía no vende en estos tiempos y menos si el libro es muy espiritual... Si quieres conocerlo un poco y conocer otras cosas mías escritas unas más a ras de tierra y otras menos, te invito a mi blog:

    http://puertodepoesia.blogspot.com

    En cuanto al silencio ¿qué podría yo añadir que valga la pena a lo que cuentas en esta entrada?
    ¿Cabría alargar la sentencia archiconocida de esta forma?: "Más vale una imagen que mil palabras, y más un silencio que mil imágenes"

    Un abrazo de José Puerto

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