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lunes, 14 de enero de 2013


RECUERDA...

Vivimos tiempos difíciles; tiempos que remueven la memoria  del alma aflorando sentimientos otrora vividos, experimentados, sufridos...

Lo de ahora no es nuevo, sino eterno. Existe en el seno de la Vida como un impulso renovador y de cambio; como una semilla que germina, crece y, llegado su momento, fructifica, para luego permanecer dormida, latente, hasta que llegue el tiempo de un nuevo despertar, que es también el tiempo de la renovación y del cambio. Cuando ese momento llegue, resucitarán en el alma los sentimientos que acompañaron al proceso anterior, en el que algo tuvo que morir para que algo nuevo naciera.

Y aquí nos hallamos, en pleno proceso de renovación, en plena crisis; protagonizando un cambio que significa "crecer ampliando nuestros límites", la conciencia de lo que somos, porque nos mueve y arrastra un instinto sublime hacia la totalidad del Ser.

Sí, aquí nos hallamos, muriendo y renaciendo a la vez. Despiertos, mientras transitamos por la "noche oscura del alma"; por ese tiempo fronterizo  en el que uno ya no encuentra la seguridad en lo conocido o poseído, que está llamado a desaparecer, ni tampoco en lo nuevo que ha de llegar porque aún no ha llegado. Y, mientras ese tiempo permanece, la vida humana se asemeja a una frágil barca en plena tormenta y, nosotros, a sus atribulados ocupantes.

La metáfora del Evangelio se hace real en nuestra experiencia de vida, como siempre ha sido. Y aquí nos hallamos hoy. O así lo siento yo. Somos el personaje que habita en la barca. Pero, tal vez ese cambio que se anuncia por el horizonte pueda llevarnos al reconocimiento de que, a pesar de nuestra flaqueza, de nuestras limitaciones y miedos, también somos aquél que camina sobre las aguas.

Así lo siento en mi también atribulado corazón. Y, porque así lo siento y quiero vivirlo, renuevo mi confianza expresada en estas palabras que reproduzco seguidamente, y que un día escribí como colofón para todos los asistentes a un Curso sobre Jesús; ese Jesús intemporal, eterno caminante que camina sobre las aguas hacia la barca donde le esperan sus atemorizados amigos, entre los cuales y como ellos me siento y declaro.

Si, tú, amiga o amigo que me lees, te sientes así, miembro de ese colectivo amigo de Jesús, aquellas palabras de entonces son hoy para ti:

"Pase lo que pase y veas lo que veas..., recuerda. Cuando te caigas. Cuando vueles. Cuando rías. Si aparece el dolor, o la suerte, o la tristeza..., recuerda. Cuando el viento tense tus velas en mar abierto y sientas la proximidad de tu destino, o cuando la tormenta amenace con hundir tu barca..., recuerda. Pase lo que pase, recuerda que en la experiencia del vivir todo es pasajero, pero que tú eres la roca firme de la Verdad y la Vida eternamente manifestadas; que eres el Hijo de Dios en cada instante de tu vida y que cualquiera que sea tu nombre, también te llamas Jesús."

Félix Gracia

1 comentario:

  1. Amanece y Ve

    Atravesamos corrientes de cambio, corrientes que nos ponen a prueba en la escuela de la vida. Los desafíos en éstas épocas de cambio impregnados por la crisis son constantes, donde la conjugación del verbo amar más que nunca refleja su literalidad olvidando el sentimiento.

    ¿Cómo atravesar la tormenta de la vida?, sólo desde la adaptación que nos lleva a la comprensión y a la aceptación de la propia experiencia; es cierto, en lo que conocemos y poseemos no encontramos seguridad, ni tampoco nos la proporciona la débil confianza recuperada en el devenir nuestro.
    No hay palabras para expresar el sufrimiento del dolor existente, sólo una toma de conciencia impregnada de actitud que me impulsa a reafirmar lo que verdaderamente Soy.

    Cada cual ponga su mano en el pecho, sienta su palpitar y desde el silencio, viva.
    La Vida se llena de esas pequeñas cosas que mantienen la llama encendida, la ternura, el cuidado amoroso...Sembramos semillas en nuestro corazón que nos facilitan la eliminación del ruido para poder conseguir, activar, la memoria arquetípica de equilibrio armónico en nuestro presente.

    La conciencia se concibe como Unicidad, Universalidad, que en lo humano una de sus propiedades es la de ser reflexiva en un proceso de observar y transmutar el mundo de la ilusión, el mundo maya, la confusión.

    El camino del Alma es como un sendero a través de Logos donde la realidad del día a día nos hace sentirnos como una hoja llevada por el viento sin dirección, sin encontrar sentido.

    ¡Vives!, vives aferrado a tu propio sentir como un barco amarrado a puerto, más...¿dónde tenemos anclado el corazón?.
    La tormenta cae y arrasa, el Tsunami nace, inunda lo que encuentra arrasando, desolando. Más...¿que puedes hacer cuando ya no queda nada por hacer?...Ofrecer, y pedir al "Padre que habita en Mí" las fuerzas necesarias para continuar con una nueva dirección, con un nuevo propósito.

    Un abrazo...Y.J.

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