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jueves, 6 de enero de 2011

UNA BICICLETA

La distancia mayor entre los hombres no la causa la lejanía, sino el olvido.  Las personas, los lugares y las cosas, se debilitan y dejan de existir cuando las quitamos del corazón donde existían. Porque el corazón de los hombres es el fundamento que sostiene a todo lo demás.

Escribo estas líneas al calor de la Noche de Reyes, tras conocer la noticia publicada por el diario El Mundo, y con la imagen de un niño llamado Edison Junior y de un lugar, protagonistas involuntarios de dicha noticia, grabadas en mi alma. El lugar tiene por nombre Chaseo, paupérrima y aislada comunidad perteneciente al cantón de Chunchi,  ubicado en un remoto paraje al sur de Ecuador, donde se concentra la mayor tasa de suicidios infantiles del mundo. Los pequeños suicidas son hijos de emigrantes, crecidos sin sus padres, faltos de cariño, de protección y de esperanza. Niños heridos.

Hace ahora nueve años, María Huilca abandonó Chunchi  para encontrarse con su marido Manuel, emigrado a España antes que ella en busca de trabajo y de pan. Atrás quedaron sus raíces y tres hijos, el menor, sin cumplir los tres años. Se llamaba Edison Junior.

María y Manuel se abrieron paso a duras penas en estas tierras de aquí, que nunca llegaron a ser su tierra prometida. No pudieron volver a su pueblo en todos esos años. Las llamadas telefónicas se sucedieron a modo de ritual donde sobreviven los recuerdos, cada vez más desdibujados. Al otro lado del hilo, la voz desanimada de Edison pedía a su padre que le comprara una bicicleta. Y, éste, Manuel, repetía la misma respuesta: “cuando vaya te llevo la bicicleta”.

Un año, dos, tres…, ocho años. “Cuando vaya te llevo la bicicleta”, seguía prometiendo Manuel desde la distancia. Pero Edison no esperó. No pudo. La tristeza fue más fuerte que él y, un atardecer envuelto en la niebla, entregó su corta vida colgándose de un árbol a la puerta de la cabaña de su abuela, con quien vivía.

Es Noche de Reyes y yo aún creo en los milagros. En mis sueños, me he convertido de nuevo en niño que escribe una carta y la dirige al Cielo. En ella pido una bicicleta para Edison Junior, con el ruego de que se la lleven allí donde él esté. Y pido para todos los niños, los que lo son por edad y los que habitan en el corazón de los adultos, el regalo que nunca recibieron.